Respuesta Presidencial: Sin seguridad, no habrá Tianguis
Rodrigo Huerta Pegueros
Más claro ni el agua, el Presidente Felipe Calderón Hinojosa dio a conocer en la convención nacional bancaria recién celebrada en este puerto, que el tianguis turístico no se realizará en Acapulco mientras las autoridades locales y estatales no hagan su parte para renovar el cuerpo de seguridad pública y esta entidad pueda ofertar mayores niveles de seguridad a los visitantes nacionales y extranjeros. Esta moción que hizo pública el presidente de la República ha de haber caído como balde de agua fría en la humanidad del presidente municipal de Acapulco, Manuel Añorve Baños, quien como única autoridad con mando desde hace más de dos años, le tocó recibir la recriminación presidencial. Ahora se sabe cuál es el verdadero fondo del problema que se inició ante el anuncio que hiciera la titular de turismo federal, en el sentido de que el tianguis, a petición de prestadores de servicios turísticos y operadores internacionales, se haría en forma itinerante a partir del año próximo.
Si lo que se quería es que el presidente Calderón destrabara el entuerto, quizá lo hizo, pero les sugirió a los gobernantes de Guerrero, particularmente al gobernador Ángel Aguirre Rivero y al alcalde de Acapulco, Manuel Añorve Baños, que se pongan a trabajar para que Acapulco pueda regresar a los niveles de seguridad que se tenía antes. Si tomamos a pié juntillas lo dicho por el presidente Calderón, entonces, los gobiernos estatal y municipal deberán hacer un trabajo rápido y minucioso para depurar los cuerpos de seguridad pública, entrenarlos y renovar equipo y más que nada, elaborar nuevas estrategias para inhibir no solo a la delincuencia común, sino en forma coordinada, hacerle frente a los cárteles de la droga que aquí se mueven como pez en el agua y que han realizado acciones verdaderamente espeluznante contra sus enemigos y de paso contra la población civil y han extendido sus amenazas contra comerciantes a los cuáles les extorsionan y cuando éstos se niegan a seguir siendo presa de sus ambiciones, les queman sus pertenencias, lo cual provoca que Acapulco, como destino, vea empañada su imagen y repercuta ante los operadores internacionales del turismo en forma por demás negativa.
Las palabras del presidente Calderón no fueron más ni menos, fueron, a mi parecer, exactas y dimensionadas. Les recordó, en las pocas líneas dedicadas al tema en la inauguración de la convención nacional bancaria que: ‘’he tomado puntual nota de todos sus planteamientos. Como usted muy bien dice, quiero mucho a Acapulco, como muchos mexicanos. Aquí conocí el mar, aquí suelo vacacionar frecuentemente, incluso, mucho antes de ser Presidente de la República. ‘’Conozco la pobreza de su gente, sus necesidades. Y por eso, y por el enorme cariño que le tengo, hemos participado muy activamente ayudando a Acapulco. ‘’Hemos financiado prácticamente la reconstrucción integral de su sistema de saneamiento de aguas residuales, la reconstrucción de sus plantas de tratamiento, la promoción de pisos firmes y drenajes en las viviendas más pobres.
‘’Porque conozco sus necesidades, hemos financiado infraestructura, reconstrucción de avenidas, pasos a desnivel, incluso, obras de infraestructura, como el libramiento y otras obras futuras, que usted ha mencionado, que no serían posibles sin el apoyo del Gobierno Federal. ‘’Sé también, Gobernador, lo importante que es para Acapulco y para los acapulqueños el Tianguis Turístico. Y con mucho gusto, le digo que no tengo inconveniente en sumarme a los esfuerzos que debemos hacer para persuadir a los operadores, a los promotores y comercializadores turísticos, tanto de México como del mundo, que fueron quienes han solicitado hacer este tianguis itinerante, para que éste pueda seguirse realizando aquí, en Acapulco. ‘’Sin embargo, tenemos mucho qué hacer, porque ahora tenemos que convencerlos, no sólo con palabras, sino con hechos. Y aquí, Acapulco, también tiene que hacer su parte.
‘’Pongo un ejemplo. La depuración y el fortalecimiento de la Policía Municipal de Acapulco y de la Policía Estatal de Guerrero, que opera en el Puerto, que son no sólo acuerdos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, sino obligaciones de la ley, ahora, y que por desgracia, no han sido cumplidas por las autoridades. ‘’Sé que el día que se cumpla con esa tarea impostergable, no sólo volverá, Gobernador, el Tianguis, que esperamos que sea pronto, volverá algo más importante, que es la seguridad de Acapulco y, con ello, volverá el turismo masivo nacional e internacional, y con él vendrán los Kennedy, los Rivera y los Weissmuller del futuro que son los que Acapulco necesita’’. Como se ve, el presidente está más que dispuesto a que el tianguis turístico continúe realizándose en Acapulco, pero las condiciones que hoy ofrece, tanto en materia de seguridad pública como de inmobiliario y equipamiento urbano y del propio Centro Internacional Acapulco, dejan mucho que desear y ante ello el gobernador Aguirre deberá sentarse a dialogar largo y tendido con los involucrados en el sector para que se recupere la imagen deteriorada de este destino de playa y que cada quien, dentro de su órbita de trabajo se ponga hacer su labor, que como se ve, se ha dejado a un lado.
Pero, aún y cuando podríamos decir que todo el jaloneo que se realizó contra la titular de la secretaría de turismo federal ha quedado en el pasado y como una anécdota, no se puede olvidar que cuando se dieron los primeros gritos de auxilio sobre la pretensión de llevar el tianguis de Acapulco a otros lares de la República Mexicana, las autoridades, en lugar de iniciar la construcción de ‘puentes’ para conocer a fondo la decisión, se hizo todo lo contrario. Se envalentonaron y se fueron contra la titular Gloria Guevara y hasta llegaron a la ridiculez de convertirla en ‘enemiga de Acapulco’ y el propio cabildo, bajo la tutela de Añorve Baños, la declaró ‘persona non grata’ y llevaron las cosas al extremo de colocar mantas a lo largo de la costera contra la funcionaria.
El balde de agua fría que le cayó al alcalde Añorve en plena convención bancaria debe dejarlo cuando menos mas apacible para que reflexione y privilegia la política, la cual hizo a un lado durante su gestión administrativa y su periplo para obtener la gubernatura del estado y cuando regresó al lugar de donde salió, se encontró que las cosas no estaban nada bien, lo que lo irritó más he impidió ver bien la pradera y lo que hizo y sigue haciendo es buscar enemigos donde quiera y como sea. Lo bueno en todo este embrollo es que tanto el gobernador como el alcalde acapulqueño ha hecho las pases y se han reconciliado frente a la opinión pública. Esperemos que esta reconciliación sea de veras y no solo política, pues de ser así, seguirán los puntapiés bajo la mesa y eso en nada abonará a la forma tan estrecha de colaboración que se requerirá para hacer frente al gran obstáculo que es la inseguridad pública que priva en Acapulco. Ya lo dijo el presidente Calderón. El tianguis se queda si hacen bien su trabajo.
Caso contrario, iniciará su viaje itinerante, lo cual sería, sin duda, un golpe a la promoción internacional de Acapulco, el cual lo obtiene cada vez que se celebra un acontecimiento de este tamaño y de esta envergadura. Por lo pronto, todos, los prestadores de servicios, las autoridades de Acapulco, las del estado de Guerrero, deben ponerse a trabajar desde hoy, o mejor dicho, desde ayer para cumplirle no al presidente Calderón sino a los guerrerenses y a los acapulqueños que votaron por ellos. Justo es decirlo ahora, que en este diferendo, no tiene culpa el actual gobernador.
La recriminación presidencial fue para el ex gobernador, Zeferino Torreblanca Galindo (que bien puede responder a estas imputaciones porque está vivo y no lejos de estas tierras surianas) y para el actual alcalde de Acapulco, Manuel Añorve Baños, quien por cierto, nunca se puso a trabajar en esta línea, pues solo bastaría echarle un vistazo a los periódicos locales para conocer que muchos uniformados del municipio fueron asesinados por miembros de los cárteles de las drogas, asesinatos que por cierto nunca han sido aclarados y quizá nunca han sido ni siquiera investigados. Insisto. Lo que se debe hacer de ahora en adelante es trabajar, pero bien, sin demagogia por Acapulco. Si esta tarea se hace y se cumple, entonces sí podríamos empezar a hablar bien de Acapulco. ¿O alguien podría decir que debemos hablar bien de Acapulco en las condiciones en que se encuentra? La respuesta es de usted.
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