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jueves, 9 de junio de 2011

EL VALOR DE MARCHAR - PHP

Fecha de Publicación:
Acapulco de Juárez, Gro. Méx. 9/Junio/2011

Dir. Revista Virtual LEMA Universitario:
Emilio Nahín Rojas Madero
“Mi vida por una mejor Nación”

EL VALOR DE MARCHAR
Rodrigo Huerta Pegueros

Mucho se habla de que las marchas que se han registrado en los últimos años en diversos puntos del país no han servido para dar solución a los problemas que enfrenta la sociedad y que el gobierno no hace lo debido para resolverlos, olvidándose de que las marchas son simple y llanamente una expresión social del momento álgido en que vive y es la demanda del momento que requiere que la autoridad le haga frente. Así ha sucedido con las movilizaciones de los padres de familia que sufrieron la perdida de sus hijos cuando el incendio de las guarderías en el estado de Sonora, o cuando los secuestros eran casi imparables y las policías estaban abiertamente coludidas con los criminales o ahora cuando el crimen organizado le hace frente al gobierno en sus tres niveles y ha ocasionado que la violencia esté permanentemente en las calles y con los consabidos daños colaterales o el desinterés que los gobiernos estatales o municipales ponen para enfrentar estos delitos que se hacen y registran en sus territorios.

Para eso sirven las marchas, para eso y nada más, no son, ni por mucho, la panacea que vendrán a resolver los problemas de inseguridad pública, corrupción, impunidad que ahogan a esta sociedad cada vez mas alerta y participativa en lo político y en lo social. Las marchas son, en resumidas cuentas, como las encuestas de opinión que se hacen en todo el mundo y que retratan el momento en que se levantan y dan una visión o un dato específico al ciudadano sobre lo que fue auscultado. Por lo tanto, hoy, la marcha por la paz, la justicia y la dignidad que encabezó el poeta Javier Sicilia fue eso, una fotografía del momento, donde la sociedad dijo que se debería hacer algo para detener la violencia, que ya estamos hasta la madre de que siga ocurriendo lo mismo, que la policía siga siendo presa útil de la delincuencia común u organizada, que las autoridades hagan frente a esto de manera distinta sin que tenga que afectar a la propia sociedad a la que tiene la responsabilidad ineludible de dar seguridad pública y defenderla.

No hay que buscarle más y no hay que descalificarlas sino aplaudirlas, pues al fin y al cabo, los tres, cuatro o cinco personas que marcharon demandando paz, lo hicieron a favor de los más de 110 millones de mexicanos que vivimos esta misma calamidad. La violencia nos envuelve y nos ha metido en una situación de incertidumbre y de zozobra. ¿Que tenemos miedo a salir a divertirnos sanamente?, pues es verdad, ya que no sabemos si a donde vamos vayan a ocurrir hechos violentos prohijados por una falla de la estrategia para combatir a los criminales. Creemos que si se aplican las fórmulas de la inteligencia para combatir a los criminales, los excesos de enfrentamientos que se suscitan ahora en las calles disminuirían en un 95 por ciento cuando menos. No hay peor provocación que ver a los soldados o a los policías patrullando, rifle en mano y apuntando a diestra y siniestra a cualquier parroquiano sin que deba nada puede salir afectado por un accionar de las armas en forma accidental. ¿Porqué? preguntamos, los policías o los militares tienen que hacer las aprehensiones en las calles y no atrapar a estos mismos en sus guaridas. Si esto fuera así, otra cosa pasaría en México.

Porque si bien es cierto que drogas, armas, delincuentes comunes y organizados existen en todas y cada unos de los países del planeta, no sabemos bien a bien porqué aquí y solo aquí ocurren estas barbaridades, donde en cuatro años y meses han ocurrido poco más de 40 mil muertos, contabilizados sobre esta lucha o esta guerra contra el crimen organizado y particularmente contra narcotraficantes, secuestradores, extorsionadores, tratantes de blancas, etc.etc. ¿Porqué solo en México y no en otras latitudes toda la sociedad está más que alterada por esta práctica de combatir a los criminales en las calles? Al parecer el error estriba en que la autoridad no quiere dar su brazo a torcer y no quiere quedar en ridículo, como que, si lo que está haciendo no lo pusiera peor que eso a los ojos de propios y extraños.

Demandar mayor seguridad pública a través de las marchas, demandar paz, justicia y dignidad a través de las movilizaciones son cosas que debemos aplaudir, apoyar, solidarizarnos y sobre todo enarbolar como una práctica de esta sociedad mexicana que quiere ser cada vez mas protagónica en su quehacer para enmendar lo que está mal y poder componer en lo que se pueda, lo que está fuera de área o control o cuando la autoridad se empecine, como ahora lo hace, en sostener una estrategia que no es válida, menos eficaz o eficiente. Ojalá y las próximas reuniones que tendrán los marchistas por la paz, produzcan los resultados deseados y hagan ver a la autoridad que deben sopesar las propuestas de hacer un realineamiento a su actuación frente al crimen organizado, particularmente cuando su tiempo se le termina y deben entregar a su sucesor la estafeta, pues quien llegue, del color y sabor que sea, tendrá que enfrentarse esta situación prevaleciente que no se borrará de la noche a la mañana ni mucho menos pasará desapercibida en los tiempos de campaña cuando debamos de elegir al futuro presidente de México para el sexenio 2012-2018.

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