Fecha de Publicación:
Acapulco del Juárez, Gro. Méx. 02/Octubre/2011
Dir. Revista Virtual LEMA Universitario:
Emilio Nahín Rojas Madero
“Mi vida por una mejor Nación”
¿De qué están hechos los poetas?
Por Rodrigo Huerta Pegueros
Este título es quizá una perogrullada, pero me pareció el más correcto para abordar el tema del poeta Javier Sicilia, quien encabeza un movimiento por la paz con justicia y dignidad y quien ya ha recorrido el país llevando consigo no solo un mensaje de paz sino de rebeldía para que los pueblos se den cuenta de que la situación que priva en su región no es diferente a la del resto del país y para que conozcan también que existe una sociedad hastiada de lo que está viviendo a fin de que se movilice y demande de las autoridades una nueva forma de enfrentar los problemas sin tener que poner en riesgo la estabilidad social del país.
Javier Sicilia salió a las calles a decir su verdad después de que fue una víctima de los asesinatos cometidos por el crimen organizado contra la sociedad civil. Perdió a un hijo en esta cruenta guerra del gobierno federal contra el narcotráfico. Desde entonces ha enarbolado una bandera para que las autoridades cambien de estrategia y que no se continúe derramando sangre en el país y que México retome la paz interior que la mantiene alterada.
La misión que se echó a cuestas Javier Sicilia no es poca cosa. Y si bien no vislumbró las consecuencias, al paso de su trajinar por el país, el poeta ha tenido sus altibajos tanto de tipo político como emocional. Ha recibido sendas críticas por haberse tomado la foto con lo peor de la clase política nacional y el haberse prestado para dar validez al gobierno calderonista..
La marcha de la paz con dignidad y justicia no ha sido tersa. Ha tenido sus dificultades de todo tipo, pero principalmente de organización y seguridad. Lo más visible fue lo ocurrido en los límites de México y Guatemala en donde el poeta fue impedido a ingresar a dicho país por traer seguridad armada lo cual lo imposibilitó a realizar un encuentro previsto. Tal acción fue cuestionada por propios y extraños y sobre todo por los periodistas, quienes le reclamaron al poeta del porqué no pasó a Guatemala sin su seguridad personal. La respuesta del poeta fue inaudita. Improperios y descalificaciones. Exactamente lo que se pretende extirpar lo rebobinó y se lo espeta a los tundemáquinas a quienes no solo les dijo hasta la despedida sino que los trató con un desprecio que no se le puede permitir a nadie.
Los periodistas hacen su trabajo. Las redacciones son otra cosa. Las líneas editoriales no están en los reporteros sino en las empresas. Así que el poeta no aguantó y explotó y como siempre las explosiones son irracionales y dañinas. Es verdad que el poeta se arrepintió de los dicho, pero eso no quita de que lo externado le salió de lo más profundo de su corazón y que no solo se molestó por no haber logrado ingresar a Guatemala sino porque ya sabía que el subcomandante Marcos, el líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional no lo recibiría y solo le darían la bienvenida algunos encapuchados sin que tuviera el encuentro ninguna resonancia nacional menos internacional.
Y es que el poeta no es un Gandhi ni es un Dalai Lama ni es el papa Benedicto ni siquiera es un obispo o un clérigo en ciernes. Es un hombre de carne y hueso, que sin ser político, se metió a la política y ahora funge como un político con una cruz a cuestas. Es una voz más en el entramado nacional y por ello tiene que someterse a las reglas del juego. No es ya el poeta que escribía y publicaba sus trabajos y recibía felicitaciones y premios. Hoy es un ente público que tiene que ver con lo que sucede en el país respecto a la violencia sin freno que se vive. Es un personaje que abrazó la lucha por la paz como un compromiso personal. Este nuevo rol que desempeña está muy lejos de lo apacible de sus días previos a la tragedia personal vivida. No debe olvidarlo. Hoy no es el poeta, es una figura emergente que viene a darle a este pueblo un hálito de esperanza de que bien se puede obtener la paz si las voces, las manos, las gargantas, los sonidos y los silencios se entrelazan a lo largo y ancho de la República Mexicana.
Al poeta rebelde, como se le dice a Javier Sicilia, no se le puede olvidar que está ahí por voluntad propia y abrazado por cientos o miles de personas que comparten su lucha por la paz con dignidad y justicia. Que debe aprender a vivir en la adversidad y que los medios de comunicación no serán por siempre sus aliados ni sus corifeos. Serán siempre eso: medios y como es su cometido, los medios registran e informan, sea para bien o para mal. Asi que Javier Sicilia no debe sentirse rehén de nadie. Ni de sus escoltas, ni de sus compinches mas próximos, ni de las autoridades, ni de sus patrocinadores ni de los medios de comunicación. Debe actuar con naturalizad, pero sobre todo armándose de paciencia y tolerancia. Le hace falta orar. Le hace falta reflexionar en estos días tan agitados de su agenda personal. Quizá eso lo haya puesto al filo de la navaja. No debe echar por la borda todo lo ganado. Debe regresar a la capital del país con un bagaje tan abultado y suficiente para poner en jaque a la autoridad y disponer de dicho bagaje para exigir que no haya mas muertos inocentes y que la guerra contra la criminalidad cambie de estrategia donde los malos sean los paganos y que los daños colaterales desaparezcan y con ello desaparezca también este movimiento que surgió de las entrañas mismas de la muerte.
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