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jueves, 8 de septiembre de 2011

VIOLENCIA SIN CONTROL - RHP

Fecha de Publicación:
Acapulco de Juárez, Gro. Méx. 08/Septiembre/2011

Dir. Revista Virtual LEMA Universitario
Emilio Nahín Rojas Madero
“Mi vida por una mejor Nación”



VIOLENCIA SIN CONTROL
Rodrigo Huerta Pegueros

Mientras los políticos andan en lo suyo, los ciudadanos estamos inseguros. Los actos de violencia que a diario se registran son ya imparables. Balaceras por allá y acullá. Muertos por un lado y otro. Desmembrados expuestos en escaparates públicos, robos a diestra y siniestra. Extorsiones por doquier, secuestrados y secuestradores al alza, mientras que las fuerzas de seguridad pública van a la baja.

Los gobernantes se echan la pelota sobre lo que sucede. Ven de reojo los acontecimientos y dicen sin desparpajo que eso no nos afecta como entidad que vive del turismo y se arriesgan a declarar que pronto estaremos como en los viejos tiempos, gozando de paz y tranquilidad y con muchos miles de visitantes extranjeros o nacionales.

No hay una voz que pueda hacerlos recapacitar ni movimiento social que los presione para que actúen con valor frente a la criminalidad en general. Tanto el gobierno del estado como de los 81 municipios no dejan de decir que lo que sucede es competencia del gobierno federal y que a ellos ( a los federales) les corresponde solucionar el problema, cuando los hechos delictivos que se registran están dentro de sus territorios (municipios) y por ende son de su competencia, quiéranlo o no aceptar.

Con declaraciones optimistas frente a un futuro incierto no van hacer que la ciudadanía les crea y menos que les devuelva la confianza que ya han perdido. No será con anuncios de que desplegarán una serie de promociones al interior y fuera del país como van a resolver el entuerto violento. Tampoco lo van a resolver tirando el dinero que no se tiene y menos les sobra en la compra de servicios de relaciones públicas en dólares para que los extranjeros vuelvan a nuestros destinos de playa o históricos, cuando la realidad les dirá a estos posibles compradores que arriesgan sus vidas viniendo a visitarnos.

Los empresarios están más que indispuestos a volver a invertir en Acapulco. Los promotores de espectáculos están pensando no vender más la plaza de Acapulco por temor a que vayan a ser objeto de algún hecho delictivo o de ser víctimas de algún rapto, pues la inseguridad que priva no solo está galopante sino en un serio descontrol total. Tenemos como ejemplo la cancelación de un espectáculo promocionado a mas no poder en el nuevo sitio del Acapulco Diamante.  El impacto de este hecho es incalculable. Y no se les puede criticar a los promotores pues primero están sus vidas que el allegarse algunos pesos más que al fin y al cabo no les es de urgente necesidad.
No podemos tapar el sol con un dedo ni ser exageradamente optimistas de que esta situación se vaya a solucionar de la noche a la mañana. Tampoco creemos que se vayan a resolver los problemas sin que exista una verdadera voluntad política en los representantes de los tres órdenes de gobierno para combatir a los criminales. Tanto el municipio como el estado y la federación deben asumir—cada uno—sus responsabilidades. A cada quien le corresponde tutelar a los ciudadanos y particularmente los que se encuentren dentro de sus territorios.

 No se vale que los alcaldes se deslinden de sus responsabilidades si no cumplen con los protocolos para tener dentro de sus gobiernos a policías de confianza y bien entrenados. Deben someter a sus uniformados a rigurosas pruebas de capacitación y a quienes no cumplan con estas deberán ser rechazados sin miramientos. El presupuesto destinado a estos menesteres debe ser bien utilizados y transparentado para que no sufran lo que ahora, o sea, la restricción de nuevas entregas de recursos por falta de cumplimiento. Las policías municipales y estatales deben pasar los estudios y pruebas de control necesarios para que los ciudadanos podamos tenerles confianza y no mirarlos como ahora sucede, o sea, como cómplices de los criminales.

Los acapulqueños en particular y los guerrerenses en general no pueden decir hoy que no tienen temor de salir a la calle. No pueden afirmar que no están intimidados por tanto asesinato. No pueden manifestar que no sienten escalofrío al salir en la noche a recorres calles o avenidas, a ir de compra o meterse a un restaurante o centro de diversión. Y es que este temor, intimidación e incertidumbre que sienten no es gratuito, es parte de lo que viven y registran a diario. Hoy con las nuevas tecnologías de la información, con las comunicaciones a la mano, el ciudadano conoce en forma inmediata lo que sucede en su territorio y más allá.

Y los hechos delictivos son profusamente publicitados. Y a esta mala publicidad poco se le puede hacer para contrarrestarla pues está ahí, es visible, palpable y sensible.  Propios y extraños ven caer a uno, dos, tres, cuatro o más individuos abatidos a balazos, sin que los uniformados—sea del grado que sea—haga algo para frenarlo. Cuando suceden los hechos los cientos o miles de uniformados que están destacamentados o tienen sus bases en Guerrero  no aparecen, quien sabe dónde están. Lo cierto es que solo aparecen y en manada (grupo) cuando las personas han caído abatidas. Entonces sí, se apersonan, acordonan el área y abusan de los presentes o de los que se arriesgan o tienen la mala fortuna de pasar por ahí los detienen y les ven la cara de sospechosos, cuando los verdaderos malandrines están a kilómetros de distancia.

Esa película la vemos a diario en el puerto de Acapulco. Los asaltos igual. La muerte ronda y nos ronda a todas horas y en todo lugar. Solo hay que pedir un milagro para pasar un día más con vida y no ser víctima de lo que llaman eufemísticamente ‘’daño colateral’’ o lo que es lo mismo, una víctima del fuego cruzado entre maleantes o entre criminales y uniformados. Y aquí no valen ni ideologías ni buenas intenciones. Aquí lo único que vale es que las autoridades se pongan a trabajar juntas pero con valor que es lo que les ha faltado. No quieren ser víctimas de los criminales y por ello no los confrontan. Entonces, preguntaríamos ¿para qué se han alquilado como autoridad? Si no pueden den paso a otros que si quieran actuar como verdadera autoridad, no parecer autoridad.
Preguntaríamos a meses del cambio de alcaldías y diputaciones, senadurías y presidente de la República , ¿que ofrecerán los candidatos para poner orden en el país y en los territorios a los que pretenden gobernar o representar en las cámaras legislativas? ¿Tendrán valor para enfrentar a la criminalidad? ¿Podrán proponer acciones novedosas para que la violencia no solo aminore sino que desaparezca de las calles? ¿Habrá algún aspirante a gobernar que vaya a ofrecer seguridad? Pero que no vayan a ser ofrecimientos sin argumentos ni sustento, porque de ellos estamos ya ‘’hasta la madre’’.

México, Guerrero y Acapulco merecen mejor futuro. Debemos tener mejores gobernantes y mejores representantes populares. Apostémosle a ello o si no, tengamos también el valor de resistir otros muchos años más de violencia galopante como la que hoy día vivimos en Acapulco, en todo Guerrero y en todo México.

Periodista y Analista Político*

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