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sábado, 2 de julio de 2011

GUERRA CONTRA LAS DROGAS; PERIODISTAS Y MEDIOS - RHP

Fecha de Publicación:
Acapulco de Juárez, Gro. Méx. 02/Julio/2011

Dir. Revista Virtual LEMA Universitario:
Emilio Nahín Rojas Madero
“Mi vida por una mejor Nación”


Guerra Contra las Drogas
Periodistas y Medios
Rodrigo Huerta Pegueros

¿Recuerdan ustedes el espectáculo que nos dieron hace unos cuantos meses atrás los directivos de los consorcios televisivos mas poderosos de este país y de otros medios de comunicación electrónicos e impresos ligados a los mismos, sobre los acuerdos suscritos para disminuir los impactos negativos que se provocaban al difundir a toda hora y a todo color los hechos sangrientos originados por la guerra que el gobierno federal abrió en contra del crimen organizado y particularmente contra los cárteles de las drogas? Pero creo, que este espectáculo pasó tan rápido como terminó la transmisión de las imágenes de los poderosos de las televisoras de este país---Televisa y TV-Azteca—pues las noticias y las imágenes y la apología de los narcotraficantes más exitosos han continuado llenando las pantallas, el cuadrante y las paginas de todos y cada uno de los medios impresos suscriptores de tal acuerdo.

No pudieron más que rendirse a las ambiciones de las audiencias y de los beneficios económicos que le ha acarreado el seguir difundiendo todo lo relativo a esta cruenta guerra contra las drogas, mientras que se les oferta poca cobertura a quienes están luchando contra este flagelo que ha afectado a gran parte de la sociedad civil mexicana y que encabeza Javier Sicilia, quien por cierto, acaba de culminar un periplo en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde dio a conocer un amplio documento con demandas específicas que se espera suscriban en cada región, en cada municipio, en cada localidad los ciudadanos comprometidos con la paz, la justicia y la dignidad.

 Y es que la inseguridad pública, es quizá el mayor peligro que existe en México. No hay posibilidad de otorgarle al ciudadano común el desplazamiento seguro de un lugar a otro. Todos sabemos que salimos de nuestros hogares pero no estamos seguros de que podamos regresar sanos y salvo. Habrá quienes digan que les ocurrió algo porque estaban en el lugar y en el momento equivocado. Otros tendrán que sufrir las consecuencias de los fuegos cruzados entre policías y ladrones, entre narcotraficantes o uniformados o entre los mismos criminales de bandas diferentes. Y ahora no hay impunidad para nadie para salvarse de esta cruenta guerra del Estado contra los del crimen organizado. Pueden matar a una mujer, descuartizar a un joven, asesinar a un niño, violentar a una jovencita, torturar a un viejo, extorsionar a un empleado y secuestrar a un empresario. En estos casos, la impunidad no existe. Todos estamos predispuestos a ser sujetos a una violación a nuestras garantías individuales y a nuestros derechos humanos.

Quizá los únicos que se salvan son los funcionarios públicos del mas alto nivel quienes tienen autos blindados, cuerpos de seguridad para protegerlo a él y su familia y cuentan además con fortalezas inexpugnable donde habitan y pueden disfrutar de alguna manera de una paz ‘’artificial’’ que le durará tanto como le dure el poder. Pero los ciudadanos de a pié, los trabajadores de todos los ámbitos de la economía nacional, estamos sujetos a los vaivenes de la criminalidad y de su afán por conseguir adueñarse de las plazas o territorios lucrativos para sus negocios ilícitos. Y los que denuncian, los que apuestan por las libertades, los que diariamente salen a cubrir las noticias o investigar los sucesos anómalos que ocurren en el entorno próximo, no salen bien librados y son también sujetos de barbaridades y de violaciones a sus elementales garantías individuales.

Me refiero, sí, a los periodistas de a pié, a los reporteros, los fotógrafos, los camarógrafos, los comunicadores independientes, quienes sin importantes mucho de lo que les pueda ocurrir, hacen su labor, la concretan, lo que muchas veces no gusta a los poderosos o a los criminales, a los sicarios o a los reyecitos del hampa y arremeten contra ellos y los golpean, los secuestran, los amenazan y los torturan y matan. Si les va bien, los sueltan, pero su vida no será igual nunca más y por ello piden asilo político a otros países, quienes humanamente los reciben para que no se conviertan en un número más de las estadísticas de fallecidos en la guerra contra las drogas. Nos queda claro que el sistema político mexicano se ha exhibido una vez más como lo que es, un sistema que aún y sus acondicionamientos para promover la democracia electoral, no ha logrado promover el bienestar de los mexicanos y mucho menos de darle seguridad pública, que es una de las principales responsabilidad de cualquier gobierno o gobernante de ofertar a los conciudadanos.

Y no solo en Tamaulipas, Chihuahua, Michoacán, Morelos, Nuevo León, Zacatecas o Durango, los periodistas han sido objeto de agresiones físicas por parte de los criminales y a veces de los mismos uniformados, sino también en el estado de Guerrero los comunicadores han sufrido abiertamente agresiones. Y la muestra mas palpable de lo que decimos es que el periodista Marco Antonio López Ortiz ha sido víctima de los criminales. Fue levantado hace varios días en pleno centro de la ciudad y hasta la fecha de escribir este artículo no había aparecido. Los comunicadores se hicieron eco de la preocupación de los editores de Novedades de Acapulco y exigieron a la Procuraduría General de Justicia del Estado que agilizara las investigaciones a fin de recuperar con vida a Marco Antonio. Las autoridades han ofrecido hacer lo posible por localizarlo y regresarlo a sus familiares, vivo. Esperemos que así sea.

El gremio periodístico en la entidad no está a salvo de las agresiones de los poderosos, tanto oficiales como criminales. Todos arremeten contra el mensaje y la peor parte la reciben los periodistas quienes son los intermediarios. Los empresarios de la comunicación ni se despeinan. Saben bien como negociar y sacar provecho de estos acontecimientos. Y además se dan golpes de pecho y montan espectáculos como el que recordábamos al inicio de estas líneas. Estos hechos nos deben llevar a reflexionar si los periodistas vamos a seguir en el individualismo mas ramplón o vamos a dejar a un lado protagonismos que en nada ayudan a fortalecer el ejercicio del periodismo y la defensa de la libertad de expresión.

Si los periodistas—de a píe—no unen esfuerzos, las cosas se podrían poner peor. Los beneficiarios serán los que siempre han querido acallar a la opinión pública y a la publicada, a los que no les interesa la transparencia y a los que siempre han vivido en la mas grosera de las impunidades que les da el dinero o el poder político. Encontremos cauces para la convergencia y hagamos de los medios de comunicación un lugar privilegiado para la sociedad, para la ciudadanía que demanda cada vez más justicia, paz y dignidad, como bien lo ha sabido interpretar y difundir masivamente el poeta Javier Sicilia. Los periodistas son parte fundamental de nuestra vida democrática. Habrá que protegerlos y defender su ejercicio profesional.

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