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jueves, 10 de noviembre de 2011

MISMO COCHINERO; MISMAS EXCUSAS ¿PRD, PARTIDO FALLIDO? - RHP

Fecha de Publicación:
Acapulco de Juárez, Gro. Méx. 9/Noviembre/2011

Dir. Revista Lema Universitario:
Emilio nahín Rojas Madero
“Mi vida por una mejor Nación”


Mismo Cochinero; Mismas Excusas
¿PRD, Partido Fallido?
Por Rodrigo Huerta Pegueros

En 1989 el Partido de la Revolución Democrática inició actividades con  un futuro promisorio frente a una población que demandaba desde muchos lustros atrás un cambio de régimen donde hubiera más incluidos que excluidos, dónde las leyes fuesen respetadas en lugar de despreciadas o pisoteadas, dónde la población pudiera votar sin taxativas y sin amenazas de represión o ajustes de cuentas.

Ya no bastaba para la sociedad mexicana la existencia de partidos viejos o satélites como el de Acción Nacional (PAN), el de la Revolución Mexicana (PARM), el Popular Socialista (PPS) o el del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN) o los intentos fallidos  por fortalecer un partido de izquierda como fueron los casos del Partido Mexicano Socialista (PMS) o el Mexicano de los Trabajadores (PMT), entre otros muchos que surgieron antes o después.

El esfuerzo se concretó una vez que se dieron las alianzas en torno a una candidatura presidencial en el año de 1988. Entonces confluyeron todos los que deseaban un cambio de régimen, un cambio en las estructuras del poder público y político. El Frente Democrático Nacional fue sin duda el crisol que dio forma y vida al Partido de la Revolución Democrática.

Se abrió entonces una posibilidad de transitar hacia un cambio de régimen. Se vio y se demostró en el 88 que sí se podía derrotar al régimen hegemónico representado por el priismo. Se apostó a un instrumento que hiciera la diferencia entre los usos y abusos de los partidos tradicionales.
La apuesta funcionó pero no por mucho tiempo. Las fisuras entre las organizaciones y partidos que dieron vida al PRD se disputaron al interior su espacio y su cuota de poder. Se dieron cuenta de que más allá de los ideales revolucionarios existía otra forma de hacer política partidista y ganar no solo espacios de poder sino prebendas jamás imaginadas.

Se deslumbraron algunos y perdieron el piso. No tardaron en dar su brazo a torcer y deslindarse del partido que les dio prestigio y presencia. Sucumbieron al canto de las sirenas. Otros quedaron dentro, pero no perdieron de vista que se pueden hacer las dos cosas. Remar con la izquierda y cobrar con la derecha. El tiempo los fue alejando de los principios básicos que dieron origen al PRD y se convirtieron en los pragmáticos de la izquierda. Ahora el neoliberalismo solo era un argumento que los teñía de rojo, pero que nunca combatieron desde el poder político que ostentaron y ostentan desde los años noventa.

Espacios como el Distrito Federal y varias entidades del sur de la República han sido bastiones de los herederos del FDN pero que nunca tuvieron un régimen diferente al que nos rige desde la pos revolución. Son solo espacios que se han distinguido por crear políticas públicas asistencialistas, contrario a cualquier programa social verdadero que tenga como objetivo el hacer que los hombres y las mujeres, los niños y los jóvenes, los adultos o los ancianos tengan oportunidades diversas para construir su futuro.

Nada de eso construyeron los perredistas. Se aferraron al poder por el poder y desde dentro de sus organizaciones se disputan las canonjías sin interés por delinear opciones ante el México de hoy, tan vapulado por las crisis económicas, por la rapiña de unos y otros y por la violencia galopante y la represión encubierta que hoy nos aplican con el prurito de estar combatiendo a narcotraficantes.

El PRD de 1989 es hoy solo una ilusión. Volvimos a presenciar el pasado domingo el rostro firme del perredismo nacional. Se volvió a repetir la historia. Se confirmó que no tienen vocación de cambio y menos de ser un partido democrático y de servicio a la sociedad. Es ahora, uno más de los que existen en el país. No hay cambio alguno. No hay intento ni interés por reconvenir su estatus y su dirección.

En el país y particularmente en Guerrero, el perredismo sigue actuando como si la sociedad no hubiera cambiado, como si siempre se les va a creer y se les va a considerar como víctimas. Hoy el PRD no puede y creo que no tiene la mínima intención de reivindicarse.

Compartimos las expresiones del luchador social y médico, Pablo Sandoval Cruz, cuando habla de que el PRD ahora está peor que antes. Hoy está más contaminado, está más infiltrado y está más débil que nunca. Los priistas recién ingresados a las filas del PRD no harán nada que vaya a fortalecer los ideales del PRD de 1989. No lo creemos y si en cambio es posible que hagan que este partido que les abrió las puertas se parezca más a su viejo instituto político y para ello llevan su bagaje para ponerlo a funcionar y no extrañarlo tanto.

El cochinero del domingo pasado reitera no anuncia: el PRD es un partido fallido. La praxis de los grupos y corrientes al interior del PRD están alejados de los valores democráticos. Los viejos y caducos vicios del priismo han renacido de nuevo dentro del perredismo. No hay equivocación en el señalamiento. Los hechos registrados así lo muestran y demuestran.

No existe hoy dentro del PRD alternativa alguna. Ni con y sin los nuevos priistas que se han sumado a este partido que se vislumbró como una esperanza para este país que demanda y reclama que los valores democráticos sean moneda de uso común y no una excepción y que los principales practicantes de estos nuevos usos de la política sean los que se precian de demócratas y de ser representantes de un partido real de izquierda.

Lo ocurrido el domingo pasado es más de lo mismo. Las excusas son las mismas. Las promesas similares. Se hablan asimismo y no hay un ápice de autocrítica. Triste papel de un partido que debió ser el auténtico de una sociedad progresista y de vocación democrática. ¡Lástima por ellos!

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